En varias ocasiones, me he enfrentado a esta pregunta y he tratado de contestarla para generar conocimiento acerca de los procesos corporales y para evitar vivencias desagradables respecto a este cambio inesperado.
Existen diferentes alteraciones del ciclo menstrual, pero podríamos dividirlas en dos tipos; las que tienen que ver con la alteración en la frecuencia de la menstruación, y las que se relacionan con la intensidad del sangrado.
En las primeras alteraciones puede haber ausencia de menstruación, o amenorrea, durante más de tres meses, o una duración reducida del ciclo menstrual; teniendo el periodo al de 20 días o menos o en el polo opuesto, un alargamiento del ciclo a intervalos de más 45 días.
Las segundas, aquellas alteraciones en la cantidad de sangrado describen aquellas mujeres que tienen un sangrado muy débil (opsomenorrea) o, lo contrario, muy excesivo (hipermenorrea). Entre ellas se contempla el sangrado irregular.
Como hemos dicho, estas irregularidades responden a alteraciones hormonales o debido a patologías en los órganos sexuales, pero también se pueden dar tras un daño cerebral adquirido, en concreto tras un TCE que ha podido alterar el funcionamiento de la hipófisis (glándula encargada de la segregación de hormonas) y/o del hipocampo (parte del cerebro que también segrega hormonas como las gonadotropinas que regulan el ciclo menstrual).
En concreto, los dos tipos de alteraciones más comunes tras un DCA son la ausencia de periodo (amenorrea) y la dismenorrea (dolor por contracciones antes y durante el ciclo al liberarse las prostaglandinas).
Se considera ausencia del período una vez transcurridos tres o más meses en los que hay ausencia de este y, cuando antes de la lesión, la mujer ya tenía sus ciclos menstruales.
Además de tener que enfrentarse a este cambio en el ciclo menstrual, la mujer puede sufrir varias alteraciones hormonales debido a los efectos del traumatismo adquirido en las estructuras encargadas de la segregación hormonal. Más en concreto, independientemente del género, tanto el hombre como la mujer o las personas que se relacionen a nivel sexual con una persona con una lesión adquirida, deberán conocer las siguientes alteraciones y sus consecuencias en la vida íntima y de pareja (en el caso que la hubiera).
Tanto en hombres como en mujeres cuando se da una alteración hormonal o cuando no hay una producción suficiente de andrógenos y/o los niveles de testosterona son menores, se suele dar una reducción del interés y la motivación sexual. De ahí, la necesidad de explicar la implicación de las hormonas en esta parte de relacionarnos con la pareja a través de nuestros cuerpos o de dar y recibir placer. La psicoeducación y la educación del funcionamiento endocrino pretende evitar la atribución de causas de otro tipo a esta falta de interés sexual (como, por ejemplo; rechazo a cambios en la imagen corporal, falta de afecto, reducción del interés en la otra persona…) evitando el sufrimiento consecuente, en ocasiones, en forma de culpa.
También la alteración de la producción de estrógenos genera efectos negativos tanto en hombres como mujeres.
En los hombres disminuye el interés y las respuestas sexuales (pensamientos, deseos, erección, eyaculación entre otros).
En las mujeres puede darse cambios en el estado atrófico de la vagina (adelgazamiento o resequedad en las paredes vaginales) disminución del epitelio vaginal (menos capas de células en el revestimiento interno de la vagina) y su capacidad de lubricación (líquido que hidrata la vagina permitiendo su elasticidad). Es frecuente encontrarnos, como consecuencia de estos efectos, algunas disfunciones como la dispareunia o dolor en las relaciones coitales.
Una vez más, queda justificada la necesidad de comprender estos cambios producidos por las alteraciones hormonales para evitar atribuir causas de otro tipo sin encontrar solución a las mismas, así como explorar posibles tratamientos enfocados a combatir los síntomas no deseados como un producto tan sencillo y accesible como por ejemplo un lubricante. Sin olvidarnos de instigar hacia un modelo de sexualidad descentralizado de las relaciones coitales, y de animar en la búsqueda de alternativas de disfrute que aseguren una buena afectividad y relación personal con los cambios corporales vitales.
Tanto, explicar las posibles alteraciones hormonales tras una lesión adquirida y el derivar a un ginecólogo para poder compensar los síntomas desagradables teniendo en cuenta el posible tratamiento farmacológico de la persona, revierte en beneficios psicológicos y en la salud de la persona y su entorno.