Esta semana se han llevado a cabo las formaciones sobre ᴀғᴇᴄᴛɪᴠɪᴅᴀᴅ ʏ sᴇxᴜᴀʟɪᴅᴀᴅ ᴇɴ ᴜɴ ᴇɴᴛᴏʀɴᴏ ʀᴇsɪᴅᴇɴᴄɪᴀʟ junto con el equipo de gerocultura, psicología y supervisión de la Fundación Miranda.
En estos espacios de reflexión se hace imprescindible reconocer el tipo de cultura del cuidado de la salud sexual que proyectamos como personas de referencia que somos en nuestro día a día.
Hemos tratado de unificar criterios sobre salud sexual humana con el objetivo de ser un entorno que garantice el derecho a la salud sexual de las personas que viven en un centro convivencial. Para ello, es importante reconocer como interfieren las diferentes condiciones de salud en la calidad de vida y en la sexualidad humana.
A su vez, hemos ampliado el concepto de intimidad para seguir dándole el valor que merece en todos los momentos que compartimos con las personas que viven en ésta, su casa.
Cada vez son más los equipos que buscan una atención integral y ,por ello, no olvidan evaluar la dimensión de la sexualidad en sus procedimientos habituales. Tan sólo conociendo a la persona de manera global seremos capaces de ofrecerle la mejor atención individualizada y ética posible.
A las habituales dimensiones de la cognición, la conducta, la conciencia o la funcionalidad sumamos el valor que cada persona otorga a su sexualidad y su manera de vivirla en el día de hoy.
Porque vivir en una unidad convivencial no significa perder un contexto apropiado para seguir disfrutando del derecho a la sexualidad.
Gracias a la Fundación Miranda por hacer posible que este derecho se vea garantizado a través de la disposición diaria de su equipo vocacional y, gracias por contar conmigo para acompañarles.
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