Dentro de los muchos cambios de personalidad de origen orgánico que se pueden dar, me gustaría centrarme en aquellas personas afectadas que muestran conciencia de déficit e implicación emocional. Al darse cuenta de las implicaciones derivadas de la lesión en su día a día, se da una situación complicada de gestionar a nivel emocional. He tenido la oportunidad de poder acompañar y formar parte de este trabajo hacia la mejoría emocional. Mi admiración a aquellas personas que han sabido pedir ayuda, aprovecharla y generalizar las estrategias posibles para volver a conocerse, aceptarse y quererse con los cambios producidos por la lesión.
En los casos en los que el cambio de personalidad se caracteriza por la apatía o falta de iniciativa y se da en una persona con pareja, la intervención ha sido igualmente relevante y complicada.
En primer lugar, si entendiéramos una relación de pareja como una, entre las muy diversas maneras de relacionarnos, y en la que existe un proyecto común, se tiende a la intimidad existiendo deseo sexual y a su vez se comparte un compromiso acordado entre las personas que forman tal relación, ¿qué puede ocurrir cuando uno de los integrantes sufre un daño cerebral adquirido con conciencia de déficit, implicación emocional y apatía?
Basándome en mi experiencia, defiendo abordar los cambios que se van evidenciando en tal relación. Siempre ha sido agradecido valorar y poner encima de la mesa de manera individualizada y/o en común con la pareja, los cambios ocurridos y la vivencia de tales cambios en el proyecto común , en la intimidad de la pareja y/o en el compromiso que les vincula de manera diferenciada de otras personas.
Ya de por si, tras una cambio drástico en la historia vital que impacta en un entorno grupal, es habitual la necesidad de reorganizarse incluyendo los cambios producidos. En las familias afectadas es habitual observar cambios en los diferentes roles previamente establecidos, es habitual tener que volver a ajustar expectativas respecto a las demás personas de la familia y reforzar las capacidades conservadas de la persona afectada en este nuevo sistema familiar.
Si tratáramos de recoger la intervención en pareja en un primer lugar, permitidme insistir en que merece la pena repasar los puntos que definen la relación de pareja. De esta forma se mejora la comunicación entre la pareja y se crea un positivo hábito, el de comunicar los cambios o esperanzas reduciendo el estrés, la culpa o del exceso de responsabilidad sobre el mantenimiento de la relación que se da en muchas de ellas.
A través de esta comunicación, en ocasiones se han detectado falsas creencias asociadas a los encuentros sexuales. Ante ello se ha incidido en mejorar la expresión emocional, ampliar el abanico de comportamientos eróticos, una vez más, centrado en el disfrute amplio y no únicamente centrado en el coito.
En otras ocasiones se ha reflejado una inseguridad respecto a los cambios físicos producidos por la lesión. Se ha tratado de diferenciar las variables que podemos cambiar y aquellas que debemos ir aceptando, al fin y al cabo, se trata de ir mejorando los sentimientos de autoestima ante la nueva situación.
En estos casos caracterizados por apatía parece coherente observar un malestar como consecuencia a la falta de iniciativa en los encuentros sexuales y/o la falta de interés por iniciar tales encuentros. En general y en la medida de lo posible, se trata de ampliar la capacidad para tomar decisiones en la esfera íntima, siempre tratando de anticiparnos a síntomas de ansiedad o sensación de obligatoriedad en los encuentros íntimos.
En estos casos las parejas de personas afectadas adquieren sin desearlo y como un cambio impuesto el adquirir un rol activo e instigador, llegando a vivirlo como una insistencia impuesta, una responsabilidad no compartida por lo que, en ocasiones, desisten y se va perdiendo la vinculación sexual. A través de la comunicación con la persona afectada rescatamos y enfatizamos la parte de satisfacción que muchas veces obtienen a través de los encuentros sexuales, todo ello para evitar la tendencia a la inactividad o que únicamente se dé relación si ésta es propiciada por la persona no afectada. Desgraciadamente en otras ocasiones, el cambio de personalidad interfiere en la capacidad de disfrute de algunas sensaciones corporales.
En aquellos casos en los que el déficit mnesico jugaba un papel determinante en la evolución de la pareja, ésta ha llegado a proponer un registro de los momentos dedicados a la pareja e incluso ha incluido tiempos dedicados a la pareja en la estructuración horaria, llegando con el tiempo a asociarlos a un momento del día. De esta forma han compensado la falta de iniciativa y han dado el valor sanador que tienen tales encuentros. Como todas las estrategias, ésta ha funcionado en unas parejas y, en cambio, no lo ha hecho en otras. Una pareja que como cualquier relación humana, va modificándose con el paso del tiempo, las variaciones individuales y contextuales.