En concreto, una mirada que no siempre pone en valor a la mujer y a su parte sexual. Ni que decir tiene, que esta mirada se enturbia todavía más si esta persona , mujer y mujer dotada de capacidad para dar y recibir placer, sufre algún tipo de diversidad funcional. En ocasiones a las mujeres con discapacidad se les niega su parte sexual, como si esa importante dimensión hubiera quedado en el olvido o en aquella lesión, o en aquella etiqueta en la que fueron encasilladas.
Aunque ojalá no fuera necesario, en este mes de M, de marzo y de MUJER (sí en mayúsculas) hagamos un esfuerzo por analizar con que ojos miramos a las muchas mujeres que nos rodean, con y sin dificultades añadidas para desenvolvernos en esta vida. Tomemos conciencia de si nos permitimos ver más allá de los estereotipos sexuales que nos impone la publicidad y el haber vivido en una cultura sexista. Y sólo después, miremos de nuevo y a ver qué vemos.
Merece la pena respetarse a uno mismo para también mirar con respeto a las demás personas, a cada persona, todas normales, todas diferentes, todas con algún tipo de dificultad y todas con el mismo derecho a vivir su sexualidad de manera libre.