En el momento apropiado para cada caso, único por definición, l@s profesionales informamos a la pareja de una persona con una lesión adquirida y, en la mayoría de los casos, a la propia persona afectada, acerca de las posibles dificultades derivadas de tal lesión en la vida sexual.
Tan solo, una vez que los implicados conocen que las posibles respuestas diferentes en su manera de relacionarse tienen que ver directamente con la lesión; sin culpas, ni responsabilidades más allá de lo puramente orgánico, el personal sanitario tenemos que compartir las posibles opciones para mejorar las situaciones de frustración respecto a la satisfacción afectivo-sexual.
En ocasiones, la intervención se centra en adquirir la capacidad para poner freno a ciertas conductas (aprender a decir que no), en otras, se suma un trabajo a través del cual compensar la interferencia de los déficit cognitivos (si no puede expresar sus deseos, los puede escribir; si no va a recordar, puede dejar constancia escrita o visual del comportamiento). Sea cual sea la ayuda, todas ellas implican una mejora de la comunicación y expresión emocional en la pareja.
En este tipo de aproximaciones, centradas en buscar la recuperación sexual, podemos ayudar informando acerca de los recursos sexológicos terapéuticos para el cuerpo femenino y/o para el masculino. Es decir, en ocasiones, además del trabajo de psicoeducación, comunicación y expresión emocional, y/o compensación de déficit asociados, tendremos en cuenta los recursos sexológicos centrados en la genitalidad. Esta línea de cuidado no resta importancia a un modelo de sexualidad no centrado en lo coital, si no que trata de cubrir las necesidades concretas que tiene cada persona. Deberemos acompañar en la búsqueda de alternativas de disfrute, dependiendo del valor que otorgue cada persona al disfrute genital.
El ofrecer, en el caso del cuerpo femenino, recursos terapéuticos como el uso de; dildos, vibradores, lubricantes y/o bolas chinas y; de auto estimuladores, anillos constrictores y/o bombas de vacío en los cuerpos masculinos, puede llegar a ser de gran ayuda para volver a conocer las respuestas placenteras de cada cuerpo.
En definitiva, aunque el trabajo se centre en; la comprensión de las posibles alteraciones propias de la lesión, el potenciar la comunicación y la expresión emocional y buscar nuevas formas de relacionarse, no debemos descartar acompañar en las necesidades plasmadas por los implicados, y, en ocasiones, buscan nuevas formas de redescubrir las sensaciones placenteras genitales.
De esta manera, exploraremos todas las vías posibles para mejorar la aceptación y satisfacción individual y en relación con la pareja.