Esta diapositiva de hace casi 20 años me ha servido para individualizar la formación a una profesional doctorada en rehabilitación física de pacientes con dca .
Este triángulo invita a pensar en qué diferentes áreas pueden verse afectadas tras una lesión cerebral dependiendo de la severidad y la localización de la misma.
Es decir, dependiendo del tipo de lesión puede verse afectada; el área motor, la cognitiva y/o el área de la personalidad o conducta. A su vez, invita a aclarar que diferentes disciplinas abordamos tales dimensiones. El área motor, física o sensitiva principalmente los fisioterapeutas y médicos rehabilitadores, con la presencia de los terapeutas ocupacionales y otros; las dimensiones cognitivas, los neuropsicólogos , logopedas , terapeutas ocupacionales; la parte conductual dada de la mano de la emocional , abordada por neuropsicólogos y la neuropsiquiatría.
Sigo aprovechando esta forma triangular para poner énfasis en los diferentes niveles de conciencia de déficit . Iniciando en la falta de conciencia , o de las limitaciones implícitas en la vida cotidiana, de la afectación motora, observando a aquellos pacientes de que a pesar del feedback de un espejo niegan la necesidad de un producto de apoyo como la silla de ruedas y se exponen a riesgos obvios; al segundo nivel en el que conocen de “corrillido” su diagnóstico o» etiqueta» de déficit cognitivo pero no viven las limitaciones implícitas en el mismo ( y se vuelven a presentar en la uni) ; hasta llegar al nivel superior en el que no se reconoce un cambio de personalidad , y no me refiero a un cambio emocional reactivo a la situación de cambio y sobrevenida que por supuesto hay que tener en cuenta ….si no asumir que «me he vuelto de otra forma», es decir ,de nota hacer esta lectura de nosotros mismos.
Tras aprovechar esta escalera de la conciencia, aprovecho la figura geométrica para visualizar la importancia de evaluar la repercusión funcional de tales déficit.
Desde las actividades de la vida diaria básicas (comer , vestirme, autocuidado), o las instrumentales (desplazamientos, uso del móvil o del dinero) o las más complejas como decidir si invierto en un piso, o tomo una decisión personal ante una relación afectiva. Con el inciso de que los déficit conductuales son capaces de limitar tanto una actividad básica ,como una más compleja ( me relaciono en un entorno social, capto una segunda intención de un desconocido o inhibo una respuesta en una reunión laboral ). Por ejemplo un cambio de personalidad caracterizado por apatía también limita una actividad tan básica como puede ser que alguien desayune, o se limpie las manos creando una dependencia que tendemos a asociar con un déficit motor.
Un placer haber vuelto a este esquema para contextualizar la situación de muchas personas afectadas y por tanto muchas familias afectadas , para introducir, una vez aclarado su posible contexto de afectación, conciencia y funcionalidad, la formación en sexualidad y diversidad funcional.
Una vez más, «lo clásico nunca muere» que, en mi opinión, es compatible con la necesidad de actualizarse en cuanto a modelos teóricos.