Es bien sabido que la ética es la parte de la filosofía que estudia la conducta humana, determinando lo que está bien o mal, pero no es tan habitual vincular la ética a las profesiones de la salud.
La ética aplicada a los cuidados implica reconocer la responsabilidad que tenemos de ayudar desde la disposición y la generosidad. Como siempre que hablamos de conceptos subjetivos ( lo que para tí es una práctica correcta y que respeta a la persona , tal vez para mi no lo sea ), merece la pena recordar nuestro código ético como personas que provocamos un bienestar , o no, en la vida de los demás.
Por tanto, es imprescindible cuando tu profesión es relacional y por tanto terapéutica, parar y reflexionar sobre cómo me ofrezco y cómo apoyo en los cuidados diarios.
En estas formaciones , en este momento en Real Casa la Misericordia, repasamos por un lado principios éticos básicos; beneficencia, no maleficencia, equidad y autonomía y, por otro vamos comprobando como actuamos ante las limitaciones humanas, cognitivas y /o conductuales , garantizando tales principios.
En definitiva, observamos nuestra «huella» diaria en la calidad de vida de cada persona atendida.
Nuestro cargo social justifica repasar nuestra ética personal, los principios que la sostienen y la manera de garantizar los derechos de la persona con condiciones de falta de salud.